Flores, pedazos de
tu cuerpo;
me reclamo su savia.
Aprieto entre mis
labios
la lacerante verga
del gladiolo.
Cosería limones a
tu torso,
sus durísimas
puntas en mis dedos
como altos pezones
de muchacha.
Ya conoce mi lengua
las más suaves estrías de tu oreja
y es una caracola.
Ella sabe a tu leche
adolescente,
y huele a tus
muslos.
En mis muslos
contengo los pétalos mojados
de las flores. Son
flores pedazos de tu cuerpo.
Ana Rosetti