Ven, intacta y coqueta epifanía,
confortando
mi amor que hoy está yerto
a calentar mi tálamo desierto,
mi
tálamo bohemio que se enfría.
Abrígame en tu cuerpo, amada
mía.
Arrópame en halagos, si despierto
de la mañana al
resplandor incierto,
que sorprende velando mi agonía.
Empalaga
mis labios con las mieles,
olorosas a mirtos y a claveles,
que
en tu boca chorrea el entusiasmo;
y fundiendo pesares y
dolores
en una libre conjunción de amores
gocemos del placer
en el espasmo.
JOSÉ MARÍA FACHA