¡Que yo te cante, Amor,
con
júbilo!
Júbilo de tus pétalos
anudados
al llanto y a la risa,
de tus nubes sin grises,
de
tu cielo, zafiro puro y amplio,
de tu rio sin juncos, blanda arena
para el juego
divino de la carne.
¡Amor, amor y fuego, viva llama
que se duerme en
mi celda laberinto
y
hasta el alma me enciende!
Amado: están mis labios
abiertos como curva de esperanza
a la puerta del
beso.
De tu beso sin sombras, hondo,
agudo,
flecha que
hiere el pecho -estrella filo-
de
cielo nácar y de oscuro mar.
Abre tu vida al tiempo de mi vida:
esencia y
ser, Amor, punto sin nombre,
sensación y misterio de tu fuerza,
dentro de mi, tan diáfana
y brillante.
Corre
en mis venas sangre de tus ríos
jugueteando su espuma
entre
el cuerpo de dos -¡Negra es la noche
y
cobija mejor el alma toda!-
Duerme tu posesión, mi dulce
amado,
suena
tu sueño corto y estival,
tu castillo de luna,
tu isla verde en el mar, más verde que tu
isla:
herido por la sed -¡Qué espera larga!-
es mi cuerpo desnudo
arco iris y oasis.
¡Ah, mi vida sin ángulos, perfume
para ti,
libre pájaro en el aire!
Stella Sierra