De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía,
siento
que una angustia secreta me
sofoca,
y en ansias de ternura me
atormento...
El alma se me vuelve toda
oído;
el cuerpo se me torna todo
llama
y se me agita de amores
encendido,
mientras todo mi espíritu te
llama.
Y después no comprendo, en la
locura,
de este sueño de amor a que
me entrego:
si es que corre en mis venas
sangre pura,
o si en vez de la sangre corre
fuego...
Alicia Larde