¡Arder, arder, si entre tus manos fuera,
qué caricia tan dulce de la llama!
¡Qué suavidad del fuego que en la rama
es encendida y clara primavera!
¡Quién pudiera en el centro de la hoguera
ser la vegetación en que se inflama
y ser la voz de luz con que nos llama
a arder en la más cálida quimera!
Me quedaría entre tus labios presa
como un beso que a arder se ha abandonado
en el silencio más enamorado
de mi boca hecha fúlgida pavesa
y una vez sosegado su latido
con mi recuerdo quemaría al olvido.
Carmen González Huguet