Y de la fricción de los cuerpos nació el primer fuego.
Tal vez fue en ese momento en que la tierra dejó que ocurra el amor.
Acaso un dibujo pueda ser la escritura de una imagen
Sumergida en un océano dorado
O el testigo de un tesoro ahondado en su propia memoria.
Esas miradas respiran enigmas
de ellas asoman los cuerpos que desnudan la arena
Y los cuerpos se funden en otros cuerpos
Y en los cuerpos de otros cuerpos
En atléticas cópulas vacilantes como garras de terciopelo.
Y los seres son fantasmas imbricados en recintos aéreos o acuáticos
Donde el cuerpo es isla
Donde el cuerpo es continente
Y donde siempre la luz es ese múltiplo infinito de la tiniebla.
Marizel Estonllo